Hoy nos adentraremos en los oscuros e inquietantes pasillos de la cinta “Begotten” (1990) de E. Elias Merhige, pero no sin antes hablar un poco de qué es el cine experimental. Así que es hora de que el lector se prepare, porque aquí la aparente lógica se retará sin discriminación alguna.
CINE EXPERIMENTAL
Para entender el significado de esta forma de hacer películas, primero es necesario anular la idea errónea de que es algo sin sentido ni lógica, aunque así lo aparente. En realidad este cine resulta ser muy profundo y con una complejidad muy alta para su construcción y lectura, ya que no nos encontramos con un mensaje directo, sino con uno que lleva al espectador a pensar e indagar fuera de la misma obra. Éste es el objetivo principal, ya que al terminar el filme, el espectador comienza a cuestionarse acerca del significado de lo que acaba de ver, convirtiéndolo de inmediato en una parte activa de la obra.
Lo anterior sigue el pensamiento de Brecht, quien dice que para que una obra de arte ayude a convertir al espectador, “despertándolo” para que tome conciencia de su situación, no es necesario enfocarse en el contenido, como lo decía Lukács, sino en la forma en que se presentan las cosas. Y es así como revelamos otro objetivo de este cine:
Crear una obra que muestre al espectador su realidad y relación con el mundo, con la intención de que comience a intervenir y luche por un cambio. En otras palabras, podemos decir que el cine experimental se concibió como un arma revolucionaria en contra del sistema.
BEGOTTEN (1990)
Ya con esta breve aclaración, entraremos de lleno con “Begotten” (1990), la cual es la ópera prima del cineasta E. Elias Merhige, mayormente reconocido por su segundo largometraje: “Shadow of the vampire” (2000), y por sus trabajo en videos musicales para artistas como Marilyn Manson en “Cryptorchid” y “Antichrist Superstar”.
Inicialmente abordaremos una de las escenas más perturbadoras, la cual precisamente es la primera que Merhige nos presenta en el filme, misma que se mantiene por un poco más de una hora en una estética de alto contraste con sólo blanco y negro, es decir, se evitó a toda costa una escalas de grises que nos permita ver detalles muy específicos, lo cual se logró en una postproducción que duró más de 10 horas.
Regresando a la escena inaugural de la película, lo primero que vemos es una playa tranquila y una cabaña playera, donde pareciera reinar la paz, lo cual le da mayor fuerza al siguiente plano, en el que nos incomodan mostrándonos a un hombre agonizando y automutilándose. Tan sólo el montaje de estos planos resulta perturbador y extremadamente violento para el espectador, pues a pesar de que sólo escuchamos grillos y una gota de agua caer cada cierto tiempo (Además de que no está presente el color rojo de la sangre), el espectador ya se siente violentado por la interrupción tan abrupta de su tranquilidad.
Sin duda Merhige logra con estas primeras escenas capturar la atención del público, el cual está a punto de incursionar en un viaje que erradica la idea de que la concepción de la humanidad fue algo limpio, puro y divino y lo enfrenta a la tesis del cineasta, quien mira el origen del hombre como algo carnal, agonizante, doloroso y enfermizo.
Siguiendo con la misma escena de la automutilación, lo que vemos a continuación logra causar una especie de shock que lleva a la repulsión. Sin embargo, este efecto sólo se obtiene cuando se ven las imágenes sin ser interpretadas, ya que visualmente sólo percibimos que de entre la sangre, los órganos que van cayendo al suelo y el cuerpo del hombre, emerge una mujer que provoca que el hombre fenecido eyacule y la embarace sin que exista alguna penetración.
Lo anterior es sólo una lectura directa de las imágenes, pero ¿Qué fue lo que realmente ocurrió? Haciendo un análisis del significado, todo adquiere un mayor sentido y profundidad que vira hacia el punto de vista religioso sobre el origen de la humanidad. De hecho, justo ahí radica el nombre de la cinta: “Begotten”, que en español se traduce como“Engendrado”.
Lo que en realidad el espectador acaba de ver es la historia del “Génesis”, el cual resulta ser el primer libro de La Torá y del Tanaj, la biblia hebrea también conocida como Bereshit.
La traducción de la palabra “génesis” equivale en español a principio, nacimiento, creación u origen. Ya con estos datos, es posible entender a los personajes y dar una lectura: El hombre automutilándose, no era un hombre sino Dios, con “D” mayúscula porque es el creador dela humanidad, quien acaba de morir por su propia mano y de quien proviene la semilla para que la mujer, que no es una mujer, sino la naturaleza en sí, se embarace y sea el vientre de donde provenga el primer hombre. Suena más coherente ¿No? Pues esta es la magia del cine experimental actuando.
Más adelante, prácticamente a la mitad de la cinta, se muestra que la mujer encuentra a su hijo adulto y le coloca una soga en el cuello para jalarlo y caminar juntos por la tierra. Esta referencia es fácil entenderla, sobretodo porque ya tenemos el contexto sobre el cual estamos leyendo. Es evidente que la soga representa el cordón umbilical que une a un bebé con su madre dentro del vientre, mediante el cual lo alimenta para que sobreviva. No obstante, la parte de la concepción es sólo el inicio, mismo que se presentó con un ritmo lento e irritante, lo cual por supuesto, fue con toda la intención de incomodar al espectador, para que se comience a cuestionar acerca de lo que está pasando en pantalla, pues la forma en que Merhige construyó “Begotten” sigue el pensamiento Brechtiano.

Los demás orígenes que se plantean en el génesis, son el del mal por el pecado, el de la salvación por la elección del hombre y el de la cultura por el movimiento y expansión de los pueblos. Es importante recalcar que no son explicaciones meramente divinas, sino también históricas y terrenales (Aunque con cierta intervención y dirección de Dios). Es por eso que el origen que vemos en la primera escena se muestra de una manera tan carnal, que deja de lado la escena de pureza y magnificencia.
Ahora trasladémonos al caso del origen del mal en el génesis, el cual vemos plasmado en la escena en que aparecen cuatro nómadas, quienes miran pasar a la mujer y a su hijo, quien convulsiona sin cesar en un estado de crisis, que nos remite al sentido descrito por Lacan donde se esboza que al principio no existe un “Yo” en el ser, ya que el ser no sabe dónde empieza ni dónde termina. En este caso puede interpretarse que el hijo está en shock por su primera visita a un mundo que desconoce, donde no sabe quién o qué es; de hecho, ni siquiera sabe lo que es “ser”. Regresando a los nómadas, ellos originan el mal cuando al caer en el pecado de la lujuria, violan a la madre naturaleza con una brutalidad que se refleja en los mismos golpes que le propinan al hijo y que culminan en el descenso de la progenitora (De esto no hace falta decir que es una escena tremendamente subversiva).
En cuanto al origen de la salvación en el génesis, nos encontramos con que esta parte ha sido erradicada en la tesis de Merhige, anunciando que la salvación no llegó y que el ciclo de la vida y la muerte continúa, negando a los espectadores un final feliz que los deje terminar de ver la película y seguir sus vidas dichosamente, pasando la hoja a otro capítulo, lo cual también es muy brechtiano, ya que se busca despertar cierta conciencia en el espectador respecto a su realidad y su relación con ella.
Finalmente, sólo queda decir que tras éste análisis es fascinante ver cómo las imágenes dejan de parecer al azar, “artísticas” y pretenciosas por su fuerte carga perturbadora y escandalizadora, a ser un mensaje profundo y leído por un espectador activo que forma parte de la obra en su reproducción, misma parte activa en la que, tú, lector, acabas de participar. Así que ahora sigue el proceso personal de enfrentamiento y reacción ante esa conciencia.



